Читать книгу La censura de la palabra. Estudio de pragmática y análisis del discurso онлайн

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Cuando en 1959 el entonces director de La Vanguardia Española Luis Martínez de Galinsoga interrumpió a un sacerdote que oficiaba la homilía en catalán y no en castellano –la única lengua oficial en la España franquista–, no lo hizo de forma individual, sino arrogándose el papel de defensor de la ideología del régimen político que se encontraba en el poder. Tampoco los patronos cataríes de la empleada que tenía su expresión limitada actuaban de un modo particular, sino respaldados por una ideología de la que participa un buen número de miembros de aquella sociedad.

En cambio, existen casos de prohibiciones o castigos que no parecen ser censorios. No parece un acto de censura basado en una ideología el hecho de que el director de cine soviético Aleksei Kapler fuera detenido en 1943 por haber flirteado con la hija de Stalin –Svetlana–. No hay censura a idea contrarrevolucionaria alguna, sino la intromisión de un padre poderoso en los asuntos de su hija.ssss1 Un caso de restricción generalizada de la información sin censura se produjo en los inicios de la BBC: hasta 1938 la BBC carecía casi de noticias, pero ello se debía a la presión de los periódicos para impedir la competencia de la radio pública, no a motivos ideológicos. Había un único boletín informativo breve y más tarde de las 19 h, cuando los periódicos ya habían vendido sus ediciones.ssss1 Tampoco el revisor profesional de un texto original o de una traducción –en la mayor parte de las ocasiones se trata de escritos sobre asuntos prácticos– se ha de comprender como un censor, sino como un lector modelo que exige al autor o al traductor que se sigan unas normas lingüísticas, ortográficas y ortotipográficas para que el texto tenga una calidad suficiente para ser recibido por los lectores.ssss1 No hay detrás de su labor una ideología que vaya más allá de unas normas profesionales. Asimismo, extrañaría ver como censores a unos padres que obligan por la noche a apagar la luz a una hija aficionada a la lectura. No le prohíben la lectura de algo determinado de acuerdo con su ideología de grupo, al día siguiente puede seguir con su libro. Solo quieren que, cuando se levante para ir al instituto, haya descansado lo suficiente.


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