Читать книгу La censura de la palabra. Estudio de pragmática y análisis del discurso онлайн
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Adviértase que, pese a todo, el hecho de que una ideología guíe la actuación del censor no trae consigo reconocer necesariamente una ideología contraria en el censurado. Es posible, incluso, que quien sufre la censura carezca de una ideología reconocible en su discurso y que, de todas formas, el censor considere inconveniente lo que comunica. En 1999 el ministro saudí de Comercio pidió a la compañía de refrescos 7 Up que cambiara su logo porque, en opinión de un denunciante, se asemeja al nombre de Alá escrito en árabe.ssss1 Tampoco se ha de reconocer necesariamente un grupo detrás del censurado. La compañía 7 Up no forma parte de un grupo con una ideología determinada, algo que sí sucedía con Martínez de Galinsoga o los empleadores cataríes, es decir, con aquellos que adquirían una identidad censoria en su actuación.
2.2 IDEOLOGÍA E IDENTIDAD
Se puede pensar que una ideología es una de las características de la identidad de un grupo, pero esta hipótesis de partida no carece de problemas. Ciertamente, del mismo modo que sucede con la ideología, las identidades no son efímeras; al fin y al cabo, la propia identidad personal se fundamenta en saber quién se ha sido en el pasado y en que se va a continuar siendo la misma persona en el futuro. Esta continuidad es precisamente uno de los motivos de la existencia de la identidad.ssss1 También, los grupos sociales procuran que su identidad tenga continuidad, aunque, en realidad, existan cambios; por ello, no es extraño que reinterpreten su pasado para mostrar una pervivencia en su historia que no se constata necesariamente. Es ilustrativo saber que en la Europa comunista no era posible que un líder que hubiera caído en desgracia fuera mencionado por su acción pasada como dirigente «ortodoxo» del régimen: a partir del momento en que alguien era considerado un traidor, se juzgaba que siempre había sido un traidor.ssss1 Se le otorgaba, pues, una identidad constante y se actuaba en consecuencia. Por el mismo motivo, cuando en las purgas de la época estalinista eran condenados autores soviéticos cuya obra había sido ampliamente difundida en años previos por el mismo poder que ahora los castigaba, la condena acarreaba la retirada y destrucción de todas sus obras de las bibliotecas públicas y privadas, lugares adonde previamente el poder había enviado los ejemplares.ssss1