Читать книгу La censura de la palabra. Estudio de pragmática y análisis del discurso онлайн

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Esta asimetría era acusada en la relación entre la Inquisición y sus sospechosos de herejía. Un ejemplo suficientemente representativo es el arresto de fray Bartolomé Carranza en agosto de 1559. Carranza era arzobispo de Toledo y primado de España. Había participado en el Concilio de Trento y su relación con el nuevo rey Felipe II era tal que había formado parte de su comitiva cuando, siendo príncipe, visitó Inglaterra para casarse con María Tudor y, posteriormente, cuando se trasladó a Flandes. Carranza, incluso, había ejercido de calificador del propio Santo Oficio y había predicado en Valladolid en el auto de fe del reformista Francisco de San Román. Estos antecedentes de poco le sirvieron: la Inquisición le acusó de ser un hereje, en particular por sus Comentarios sobre el Cathechismo Christiano (Amberes, 1558), pese a que el dominico los había escrito durante su estancia en Inglaterra para contrarrestar, precisamente, la propaganda reformista. El arzobispo Carranza permaneció en prisión –parte en España y parte en Roma– el tiempo que duró su proceso: diecisiete años. Falleció poco después de ser dictada sentencia (1576).ssss1 Si un arzobispo de Toledo llegaba a sufrir estos padecimientos, piénsese cuál era el poder de esta institución censora sobre el resto de la población de la Monarquía hispana de aquellos años.


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