Читать книгу La censura de la palabra. Estudio de pragmática y análisis del discurso онлайн
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Si la aplicación del concepto de tercero alberga dudas, no son menores las que acarrea el de ideología. A lo largo de la historia han sido muchos quienes han prohibido adivinaciones por distintos motivos ideológicos. El emperador Augusto ordenó quemar buena parte de los libri fatidici (libros de profecías) en el 12 a. C. y, a comienzos del s. V, el general Estilicón hizo lo mismo con los libros sibilinos. Por su parte, la Iglesia católica en el Quinto Concilio de Letrán (1516) prohibió que los predicadores predijeran la llegada del Anticristo y, en concilios posteriores, la adivinación.ssss1 Así las cosas, cuando leemos que Jacobo I de Inglaterra decidió en 1603 que los pronósticos meteorológicos de los almanaques debían ser aprobados por jueces, nuestra primera impresión es que se trata de un caso más de prohibición de la adivinación; sin embargo, pudiera no ser así: se había comprobado que pronósticos de malas cosechas ocasionaban el acaparamiento de grano y ello traía como consecuencia el desabastecimiento y, en definitiva, el hambre.ssss1 No habría, pues, ideología contraria a la adivinación, pero, de todos modos, ¿se puede hablar de una ideología relativa al buen gobierno? Algo semejante sucede con la prohibición a los científicos de las empresas privadas de la publicación de sus descubrimientos.ssss1 ¿Es el secreto empresarial un tipo de ideología?