Читать книгу Vergel de perfectísimas flores. El convento de Corpus Christi de Carcaixent онлайн
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Desde su niñez fue su vida más que un ensayo de la perfección, pues apenas llegava a discernir la razón ya la encontravan retirada en los desvanes de casa hincadas las rodillas en oración fervorosa que tenía por muchas horas. Aprendió a leer con gran brevedad y consumía lo restante del tiempo que la permitían las pueriles tareas, en que se imponen las niñas, en leer libros espirituales, con cuya doctrina conservava el calor de la devoción que el Divino Espíritu avía introducido en su alma. Las diversiones de su niñez eran formar altarcicos y encender luzes, combidando a sus hermanos a cantar a Dios alabanças, que eran los rudimentos y oraciones con que instruyen los padres al despuntar la razón a sus hijuelos. Desde niña gustó mucho del retiro y la oración, y como ésta se fervoriza con los rigores de la mortificación, desde entonces se familiarizó Inés con ella.24
También a sus dos hermanos deparaba el destino una vida consagrada. Jerónimo ingresó con el nombre de fray Onofre en el convento de Nuestra Señora del Remedio de Valencia;25 fue catedrático de Filosofía del Estudi General y superior de diferentes cenobios, visitador y vicario provincial de la Orden de la Santísima Trinidad.26 Méritos que acabarían incluyendo su nombre en las ternas episcopales de diócesis como Orihuela.27