Читать книгу Vergel de perfectísimas flores. El convento de Corpus Christi de Carcaixent онлайн

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Entretanto, doña Sabina Sisternes de Oblites y Centoll había buscado acomodo para sus sobrinas en otra religión, en absoluto ajena a la familia. No lo era la Orden de Predicadores, desde que un antepasado había apadrinado a san Vicente Ferrer.28 Inés y Ángela se incorporarían así a las filas dominicanas. Pero no en un convento cualquiera, sino en el de Santa María Magdalena, el más antiguo entre los femeninos levantado en Valencia después de la Reconquista y bajo patrocinio de la Casa Real de Aragón.29


Detalle del convento de Santa María Magdalena de Valencia. Plano de T. V. Tosca.

Emplazados en la partida de Na Rovella, aquellos muros mantenían intacto el linajudo marchamo estandarte de sus casi cuatro siglos de historia.30 Nobleza local y oligarquía ciudadana seguían confiando a las monjas magdalenas la educación de sus hijas. Entre los siete y los trece años de edad solían estas, en calidad de educandas, traspasar por vez primera el dintel conventual –con la preceptiva autorización de las autoridades provinciales dominicanas– para su cristiana formación, que podía derivar en una vocación consagrada definitiva.31 Las hermanas Sisternes de Oblites lo harían el 4 de mayo de 1623 durante el priorato de la madre Jerónima de Borja, como se deduce de los registros de Santa María Magdalena.32


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