Читать книгу Vergel de perfectísimas flores. El convento de Corpus Christi de Carcaixent онлайн
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En los mismos papeles se recoge que, decididas ambas muchachas a vestir el hábito blanquinegro, mutarían su condición por la de novicias a comienzos de 1628, incorporándose desde entonces al ritmo de vida comunitario cuyas jornadas andaban fraccionadas –según el modelo regular ideal– por el ritmo que marcaban los tiempos de oración, repartidos a lo largo de las veinticuatro horas. En concreto, las dominicas debían levantarse a medianoche para el canto de maitines. En voz alta, recitaba alguna un punto de meditación para el ejercicio de la oración mental durante treinta minutos. A las dos de la madrugada regresaban a sus celdas. Nuevamente en pie a las cinco, rezaban prima con un esquema similar al ya apuntado, más la misa y la comunión cuando así estuviese dispuesto. El resto del día se distribuían las otras horas canónicas intercaladas por tiempo de lectura en voz alta; comida en el refectorio sobre las once y media; después acción de gracias en el coro, algo de recreo, Rosario en torno a las cinco, vísperas, silencio, a las ocho cena y recogida después del rezo de completas. Todo ello regido por el capítulo regular, presidido por la priora de turno y celebrado periódicamente para garantizar el correcto funcionamiento interno de la comunidad.33