Читать книгу Vergel de perfectísimas flores. El convento de Corpus Christi de Carcaixent онлайн
65 страница из 123
Ella haciendo, digámoslo así, selección discreta, escogía las que el Espíritu Santo le revelaba para dedicarles mayor cuidado. Las imponía con celo en todo cuanto se refiere a la vida espiritual y las instruía, como consumada maestra, en las más altas máximas de la perfección cristiana. Se esmeraba muy en particular enseñando a todas el método de la santa meditación, según las prácticas de la orden y los maestros en la materia, los bienaventurados Enrique Susón y san Vicente Ferrer y los venerables Taulero y Granada. Y sobre todo procuraba, con gran prudencia, enfervorizarlas en las tres vías del espíritu, según la capacidad de cada religiosa, haciéndolas amar y practicar las mortificaciones de los sentidos, los ayunos y más que todo la observancia regular, base de toda virtud en las almas religiosas.21
Por entonces tenía ya advocación el nuevo convento, llamado también de Corpus Christi para recordar la permanente presencia entre sus muros de Cristo Sacramentado.22 A él se encomendarían las fundadoras antes de partir hacia Carcaixent en el mes de abril. El lunes 13, festividad de san Vicente Ferrer, arribaban a aquella localidad en compañía de un pequeño séquito salido a su encuentro. Si hubo recepción oficial, ni rastro de ella quedó en las fuentes consultadas. Las monjas se limitaron a asistir a las vísperas solemnes celebradas con motivo de la efeméride vicentina, así como a la posterior procesión. Lo contarían tiempo después a fray José Agramunt: