Читать книгу Imparable hasta la médula. El cáncer como aprendizaje de vida онлайн

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Fue una jornada maratoniana para los medios de comunicación. Para mí, un día lleno de emociones contrapuestas. Trataba de digerirlas y, sin embargo, no hubiera querido estar en ningún otro lugar. Formé parte del equipo que retransmitió a los madrileños el mayor acto terrorista de la historia. Nunca pensé que volvería a vivir una situación semejante. Sin embargo, las sensaciones de incredulidad y desconcierto se repitieron el 11 de marzo de 2004, cuando varios trenes de cercanías de Madrid se convirtieron en objetivo de los yihadistas, provocando el atentado más sangriento del país a tan solo tres días de las elecciones generales. En aquel entonces, era redactora de informativos de la actualmente llamada CMM (Castilla-La Mancha Media). Entré a trabajar a las siete de la mañana y, media hora después, se produjeron las primeras explosiones en Atocha. El caos no tardó en envolver la redacción, a la que fueron llegando imágenes de gran impacto e informaciones confusas sobre una autoría politizada.

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