Читать книгу Imparable hasta la médula. El cáncer como aprendizaje de vida онлайн

11 страница из 56

Verbalicé mis aspiraciones al director de informativos de CMM para que, en caso de surgir alguna vacante, me tuviera en cuenta. Pero aproveché también los tiempos muertos de los que disponía entre contrato y contrato para presentarme a los castings que organizaba ETB, la televisión pública vasca. En mi tierra me dieron la primera oportunidad no solo de aparecer en pantalla, sino de enfrentarme, además, a un gran público. Un torrente de adrenalina me inundaba cuando me dirigía al set instalado a los pies del Ayuntamiento de San Sebastián para presentar en directo el programa especial del cañonazo que daba comienzo a la Semana Grande, Artillero 2005. El vestido con vuelo verde botella que la cadena había elegido para la ocasión me producía un ligero cosquilleo a la altura de las rodillas. Se movía al ritmo de mis pasos, pero también al son de la brisa del mar, mientras Haizea me daba los últimos retoques antes de que me colocaran el micrófono. Estaba a punto de ser la anfitriona de una de las celebraciones más importantes de la ciudad y cuando giré mi rostro hacia los abarrotados jardines de Alderdi Eder, me sumé a la alegría de todos los allí presentes. No habían ido a verme a mí, sino a celebrar el comienzo de las fiestas, y, sin embargo, mi puesta en escena iba dirigida a ellos y a los que desde sus casas nos verían en televisión.

Правообладателям