Читать книгу Creación lírica y cancionero amoroso. Una lectura de los "Sonetos espirituales" de Juan Ramón Jiménez онлайн

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Si regresamos al esquema y nos fijamos una vez más en él, veremos que en ese ciclo predominan dos estaciones, la primavera y el otoño,ssss1 y que, con su persistente transición, van evocando en nosotros el raudo transcurrir temporal: cómo la pujanza es vencida por el agostamiento y vuelta a empezar. Este es, pues, el marco perfecto para insertar el motivo de la regeneración del corazón identificado con una «semilla» en el s. 20 que germina en la sección segunda (s. 21) y que ha crecido en la tercera (s. 39): corazón = semilla > árbol joven > árboles altos. Son dignas de señalarse, por su relevancia, las posiciones que están ocupando estos sonetos.

Quizás el vector espacial no resulte, de entrada, tan visible como el anterior porque las referencias no se encuentran en los títulos, sino en los poemas, pero será igual de constante, surcando todo el poemario. De hecho, en el segundo cuarteto del soneto 2 ya se insinúa el motivo espacial con unos matices anticipadores: el de un recorrido oculto, apartado y personal; no definido ni directo, sino incierto y múltiple, casi laberíntico; de sentido ascendente. Es a continuación, en el soneto 3, cuando se reconoce como trayecto propio, «mi camino», aunque su trazado estará sujeto a una voluntad ajena. Así pues, se inicia la andanza con tesón y esperanza en llegar a buen puerto (la unión amorosa, «el abrazo» del s. 2), pero el desdén y el desamor de la amada conducirán al amante por paisajes arduos y hostiles hasta hacerle casi desistir de su empeño, de ahí la mención del s. 37 al «descenso», a la eventual interrupción y a la reanudación del caminar. El recorrido, por tanto, estará vinculado a un doble plano: el existencial, el sendero de mi vida que recuerda el famoso tópico de «la vida como camino», de larga tradición literaria; y el plano amoroso, ese sendero en flor (s. 28) o yermo y sin fragancia (s. 41).

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