Читать книгу Creación lírica y cancionero amoroso. Una lectura de los "Sonetos espirituales" de Juan Ramón Jiménez онлайн

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El vector temporal es el más llamativo de toda la urdimbre, ya que simbólicamente se inicia en Primavera y termina en Otoño, un ciclo natural al que se traspone el vital: de la plenitud a la renuncia, del vigor al abatimiento; de la búsqueda ilusionada del amor a la pérdida y frustración. Pero, a pesar de las apariencias, no es este un proceso negativo en absoluto, sino un proceso de liberación, de revelación e, incluso, de elevación estético-ascética, por lo que tiene de perfeccionamiento moral y formal.

A menor escala, dentro de la primera parte –«Amor»–, se reproduce el mismo ciclo: desde el soneto 2, «Primavera», hasta el soneto 20, «Octubre». En las dos partes restantes, si atendemos a los títulos de los poemas, pueden apreciarse ciclos internos que van regenerándose de manera incesante. Hay en esta concatenación estacional una estrategia que ingenia el poeta para demarcar y discernir las partes del todo y viceversa: los sonetos de los extremos quedan determinados con un título genérico referido a las estaciones, mientras que se emplean los nombres específicos de los meses para los sonetos interiores. La precisión es absoluta si, por añadidura, tenemos en cuenta que los primeros versos del poema inicial y del epilogal se abren con los meses plenos de cada estación a la que alude el título: soneto 2, «Primavera», Abril, sin tu asistencia clara, fuera, y soneto 55, «Otoño», Esparce octubre, al blando movimiento.

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