Читать книгу Ser padre con san José. Breve guía del aventurero de los tiempos posmodernos онлайн

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María es virgen y madre, pero esa vocación, que en ella es una sola, se desdobla en el caso de las demás mujeres: unas serán madres y otras vírgenes. Lo mismo ocurre con José, cuya vocación única se realiza en el caso de los hombres bien en el celibato consagrado, bien en el matrimonio. Pero, cuando uno está casado, lo que más se aproxima a la unión de José y María es una sexualidad auténtica, y no los escabrosos toqueteos de los abusadores místicos.

Sería absurdo pensar que ellos dos no son, en palabras del Génesis (2, 24), una sola carne. No obstante, sí están envueltos en su propio nimbo de excepción —el del Hijo de Dios hecho hijo de los hombres—, mientras que nosotros estamos llamados a una aureola común: la de los hijos de los hombres hechos hijos o hijas de Dios. Y, si nuestros propios abrazos solo se consuman bajo el velo de la intimidad, si el abrazo de nuestros padres ha de permanecer oculto a nuestros ojos, sería una obscenidad querer violar la intimidad de María y José. Circulen: aquí no hay nada que ver. La puerta de su cámara nupcial permanece cerrada para siempre. Ni siquiera debemos quedarnos en el umbral.

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