Читать книгу Mis memorias онлайн

135 страница из 217

–¿Y qué nota te han dado?

–Sobresaliente, firmado por Salmerón, Menéndez Pelayo…

–Que sea enhorabuena, Manuel –me contestó sin dar mucha importancia al hecho.

–Muchas gracias –le contesté con la misma frialdad.

En cuanto cené, salí acompañado de algunos comensales a la Asociación Evangélica de Jóvenes a dar una conferencia, ya anunciada, sobre un tema literario, recibiendo allí entusiastas y cordiales parabienes de mis consocios y del resto del auditorio al terminar mi trabajo.

Aquel día fue el más impresionante de mi vida, que culminó con el brillante final de mi carrera, por la que a tanto aspiraba y a cuya consecución sometí todos mis sufrimientos y todas mis humillaciones, porque me abría las puertas a una ansiada y bien merecida liberación, aunque la terminase con una tan frugal cena, sin darse a mi victoria en la casa la menor importancia, pero sintiéndome licenciado, y haciendo honor a mi nuevo rango académico dando una conferencia para coronar tan fausto día.

Al día siguiente envié, por correo, tan buena noticia a mi buena madre y a don Tomás, que me contestaron, a vuelta de correo, indicándome este la conveniencia de emprender la carrera de Derecho, eso sí, sin pensar de dónde habían de salir los medios económicos para cursarla (seis años), que él no me ofreció nunca, porque en mi casa ignoraban la forma en que había conseguido culminar la de Letras.


Правообладателям