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Vino aquel verano a Madrid Pedro Mora a pasar un mes de vacaciones al lado de su familia y excuso decir que siempre estábamos juntos y que casi, a diario, hablábamos de mi situación, ante mi decidido propósito de salir, desde luego, por la puerta grande de la férula del colegio, a luchar con mi destino, negándome desde luego a ir a Alemania, cuando se me propusiera. Y así se lo escribí hacía tiempo a Federico, cuando me escribía que, merced a las noticias que publicaba don Federico en Alemania sobre su labor en España, ya era esperado allí.

Mi falta aún de plan y de orientación motivó que Pedro Mora me sugiriera la idea de prepararme para las oposiciones, como las suyas, en las que los opositores, que debían ser licenciados en facultad, no tenían límite de edad para ser admitidos como ocurría con las de cátedras, aprovechando la ocasión de que estaban muy próximas otras oposiciones para cubrir nuevas plazas vacantes que iban a ser anunciadas. Para ello me ofreció su absoluta ayuda, especialmente dándome las indicaciones que necesitase y fuentes de conocimiento para contestar al cuestionario que sería el mismo.


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