Читать книгу Mis memorias онлайн

213 страница из 217

La característica que ha informado todas mis actividades ha sido la metodicidad a que me acostumbraron en el colegio y que he procurado conservar durante toda mi vida. Después de almorzar iba al café Suizo, generalmente con un compañero de hospedaje, un bilbaíno, solterón de tipo y carácter inglés, con su a veces inagotable spleen, y que residía en Salamanca con motivo de haber heredado una fábrica de jabón de un tío suyo, al frente de la cual hubo de ponerse, pero a la que poco caso hacía, pues escasamente iba a dar una vuelta cada día, dejándola en manos de los obreros que al cabo de unos cuantos años ayudaron al nuevo amo a liquidarla. Después de tomar café nos íbamos a dar un paseo hasta que llegaba la hora de acudir a casa de mi novia, a la hora convenida con ella y con su papá, cuyo permiso había solicitado por no poder resistir el papelito de «cadete». Allí me pasaba una hora de tertulias, que reanudaba después de la cena, hasta las diez, en que se daba por terminada la velada, y volvía al café, o iba al teatro, adonde llegaba siempre cuando había terminado el primer acto, y, tras un par de las clásicas vueltas a la plaza, me retiraba a mi casa de huéspedes hasta el siguiente día para pasar toda la mañana cumpliendo mi misión en la biblioteca.


Правообладателям