Читать книгу Enemigos íntimos. España y los Estados Unidos antes de la Guerra de Cuba (1865-1898) онлайн

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En la práctica, las autoridades coloniales actuaban por su cuenta. Los gobiernos de Madrid se veían obligados a refrendar sus acciones a posteriori y tolerar que se incumpliesen sus órdenes en la Isla. La debilidad del Estado español en Ultramar se manifestaba con toda su crudeza en medio de una insurrección colonial que había estallado mientras se desarrollaba un dramático cambio de régimen en la Península.

La administración colonial funcionaba al servicio de la elite peninsular en las Antillas. Esta coalición de diferentes grupos sociales, conocida en la época como el partido español, estaba dirigida políticamente desde el Casino Español de La Habana. Extremadamente conservador, el partido español temía que el cambio de régimen pudiera poner en peligro el statu quo colonial del que se beneficiaba. El instrumento a través del que ejercía su control sobre las autoridades coloniales era la Real Orden de 28 de mayo de 1825 que otorgaba poderes extraordinarios al capitán general de Cuba. Como descubrían los referidos capitanes generales al llegar a la Isla, esos poderes extraordinarios sólo podían ejercerse con la anuencia de la elite peninsular. Llegado el caso, los Cuerpos de Voluntarios, milicia armada que no respondía ante nadie, eran capaces de deponer violentamente a cualquier autoridad nombrada por Madrid que actuase en contra de los intereses del partido español en Cuba87.

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