Читать книгу Enemigos íntimos. España y los Estados Unidos antes de la Guerra de Cuba (1865-1898) онлайн
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Poco a poco, la Restauración empezó a dar signos de su creciente fortaleza interior. En agosto de 1876 las fuerzas liberales infligieron una grave derrota a los carlistas que puso fin a la guerra en el norte de la Península. Pero mucho más importante fue el hecho de que en el otoño de ese año el gobierno ordenase, gracias un nuevo préstamo a cuenta del tesoro de Cuba, el mayor embarque de tropas a las Antillas hasta la fecha. Por primera vez, los diplomáticos norteamericanos en Madrid informaron a Washington de que las fuerzas españolas podían derrotar a los independentistas cubanos y sostener la soberanía de la colonia124.
En ese contexto, Cushing decidió negociar un compromiso bilateral para garantizar la protección judicial de los norteamericanos en Cuba125. Una vez más, las negociaciones procedieron lentamente. El principal obstáculo era la resistencia española a conceder el grado de protección judicial que Washington deseaba para sus ciudadanos en Cuba sin al menos un compromiso de reciprocidad por parte de los Estados Unidos. Sin embargo, en un momento en que la suerte de las armas españolas en Cuba todavía era incierta, el segundo gobierno Cánovas prefirió ceder antes que exponerse, a causa de los excesos de las autoridades coloniales, a nuevos conflictos exteriores con la única potencia que amenazaba la soberanía española en Cuba. Por otro lado, las concesiones que se hicieran permitirían relegar otras peticiones mucho más molestas para la elite peninsular en la Isla, como el cumplimiento del Decreto de 1873.