Читать книгу El auge de la brutalidad organizada. Una sociología histórica de la violencia онлайн

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Aunque la legitimidad interna y el sentido de solidaridad son necesarios para todas las organizaciones sociales y las agrupaciones informales, las entidades políticas y los grupos a menudo las adquieren de manera diferente. A lo largo de la historia, los gobernantes de diversas entidades políticas tuvieron que depender de fuentes diferentes para justificar su derecho a gobernar, como la mitología, la religión, los derechos divinos, las misiones civilizadoras o el nacionalismo, entre otros. En la Edad Contemporánea, los Estados también han podido establecer un monopolio sobre el uso legítimo de la violencia en sus territorios y, para justificar este monopolio, han tenido que desplegar el lenguaje y las ideologías de la solidaridad colectiva en todo el Estado. Los actores colectivos no políticos también han utilizado la retórica de la solidaridad de grupo para lograr su legitimidad a nivel interno. Sin embargo, como estos grupos generalmente apelan a circunscripciones concretas (la religión, la etnia, la clase, el género, la edad, etc.), sus fuentes internas de legitimidad y solidaridad siguen estando limitadas a los estratos sociales elegidos. En cambio, como las entidades políticas contemporáneas monopolizan en gran medida no solo el uso legítimo de la violencia, sino también los impuestos, la educación y la legislación sobre su territorio, su propia existencia se basa en el desarrollo y la utilización en el espacio político de discursos ideológicos capaces de justificar internamente esos acuerdos sociales y políticos (Malešević, 2013a).

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