Читать книгу La transición española. Una visión desde Cataluña. Tomo I онлайн
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En la actualidad, todavía podemos encontrar algunos de los protagonistas de entonces que siguen en la política activa, ejerciendo su influencia mediática tal como lo hicieron antes. Recordemos entre otros a Jordi Pujol, Josep Lluís Carod Rovira, Raimon Obiols, Pascual Maragall, Isidre Molas, Francesc Frutos, etc. Otros, sin embargo, por su avanzada edad disfrutan en la actualidad de una merecida jubilación o han desaparecido durante el desarrollo de este proyecto. En efecto, algunos de ellos como Antonio Gutiérrez, Josep Benet y Gregorio López Raimundo forman ya parte de la historia. Por otro lado, todavía es posible localizar algunos que siguen la política a distancia o en el ostracismo, siendo la viva imagen de lo injusta y desagradecida que es la sociedad y la clase política con quienes lucharon con denuedo en la búsqueda de unos derechos democráticos que ahora disfrutamos.
Sin duda, estoy convencido que la mayoría de los protagonistas de esta historia, los luchadores por la libertad tenían un fin común enmarcado en la lucha antifranquista. El mismo Colomer lo afirmaba cuando constataba que sin democracia en España no podría haber autonomía ni libertad para Cataluña, de la misma manera que no habría auténtica democracia en España hasta que Cataluña y las otras nacionalidades del Estado no pudieran ejercer sus libertades nacionales482. Sin embargo, todavía está por descifrar cuales eran los proyectos de cada grupo político, asociativo o individual dentro de la Asamblea. Si se cumplieron sus objetivos ideológicos o tuvieron que aceptar las tesis predominantes dentro de esta ligada a una simbología nacionalista ejercida desde la dirección y proyectada a través de algunos partidos y organizaciones participes con una transversalidad muy determinada. Y todo por el riesgo de ser excluidos de los poderes de decisión. A día de hoy sabemos que, en Cataluña, a diferencia del resto de España, los partidos que perdieron la guerra no sufrieron tan intensamente los enfrentamientos que se manifestaron, recién acabada esta, entre las fuerzas políticas opositoras de ámbito nacional. Sin embargo, aunque esta situación no favoreció la actividad de lucha frente al régimen franquista, sí que permitió el inicio de un proceso unitario facilitado en gran medida por la fuerte influencia transmitida por la transversalidad catalanista de las propias organizaciones. Así pues, por lo que sabemos nunca se dio por concluida la presión antifranquista iniciada desde el mismo momento de la derrota republicana a pesar de que se tenía en frente a una brutal dictadura que actuaba represivamente conforme a una nueva legalidad impuesta por los vencedores, véanse los conceptos de «rebelión militar» o la Ley de Responsabilidades Políticas, resultando de esta coyuntura la facilidad legal que tuvo el régimen para ejecutar mediante juicios sumarísimos a numerosos activistas, soldados republicanos, sindicalistas, políticos, etc., desafectos al nuevo orden o a imponerles largas condenas con el fin de depurar cualquier vestigio de resistencia. Y, a esto tendríamos que añadir las dos herramientas básicas usadas desde el poder autoritario: el miedo y la censura ejercida sobre la población.