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La preocupación de fray Pedro no se circunscribía al tiempo que duraría la navegación, y los problemas que se encontrarían durante la misma, sino más bien a la incertidumbre que tenía sobre si serían capaces de conseguir el tesoro que se proponían transportar hasta España en las bodegas de los quince galeones.
Tal y como había pronosticado el comandante Alvear, sólo habían transcurridos dos días desde su tensa conversación con el jerónimo, cuando la flota se dispuso a abandonar la isla boricua.
El día que abandonaron la isla, el gobernador acudió al puerto a despedir a la flota y allí hizo entrega a fray Pedro de un legajo con diferentes cartas para la corte. De esta forma los mismos navíos que habían arribado a Puerto Rico, levaron anclas para partir hacia Cartagena de Indias navegando sobre las aguas verde esmeralda del mar Caribe.
CAPITULO III
LA GRANJILLA (EL PARQUE DE LA FRESNEDA) – AÑO 2014
Despuntaba un espléndido y soleado día primaveral en la sierra de Guadarrama mientras caminaban Juan y su padre, el doctor Alejandro Ibarra, por el camino de entrada a la finca de La Granjilla cargados con sus cañas y cestas de pescar. A un lado del camino y limitando el ancho del mismo, se hallaba un muro centenario de mampostería en seco de metro y medio de altura, mientras que al otro se extendía la finca, resaltando en su superficie peñas graníticas de distintos tamaños cubiertas de musgo y liquen, así como numerosos árboles, predominando fresnos, robles y encinas.