Читать книгу El tesoro oculto de los Austrias онлайн
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Durante los pocos días que permanecieron en tierra, 18 hombres de la flota fueron apresados y encarcelados en las mazmorras de la fortaleza del Morro. Inmediatamente, el comandante Alvear quiso interceder por sus hombres, por lo que se personó en la residencia del gobernador para pedir explicaciones. El primer mandatario de la isla, le comunicó que existían cargos serios contra esos hombres por los graves disturbios que habían ocasionado en la ciudad debido al estado de embriaguez en el que se encontraban, lo que había tenido como consecuencia un muerto y tres heridos graves por los que tendrían que responder ante los tribunales de justicia.
– Gobernador, permitidme que os recuerde que no andamos sobrados de hombres, especialmente para nuestra travesía de regreso, durante la cual a buen seguro tendremos que repeler el ataque de los piratas, por lo que necesitaremos marineros que no carezcan de bravura y doy fe que los que habéis arrestado no carecen de ella.
– Comandante, no me cabe duda alguna sobre la bravura de vuestros hombres, pero en este caso esa bravura ha sido mal empleada y eso, es algo que no puedo tolerar si pretendo mantener el orden y la convivencia en esta isla. No obstante, consciente como soy de la importante misión que tenéis encomendada, os facilitaré 22 hombres experimentados en enfrentamientos con los piratas, que han solicitado desde hace tiempo el retorno a la Madre Patria. Además no debéis preocuparos por su instrucción, ya que llevan mucho tiempo acostumbrados a la disciplina militar – indicó el Gobernador con una sonrisa de complacencia.