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– Estupendo padre – le recibió Antonio Alvear -, entonces aprovecharemos la larga travesía que aun tenemos por delante para convertiros en un auténtico hombre de mar.

El comandante empezó por explicar al fraile lo más básico, con el fin de que éste aprendiera a orientarse en la cubierta del barco.

– Mirad padre, la parte de allá al frente se llama proa, la posterior a nuestras espaldas es la popa, el lado izquierdo siempre mirando hacia la proa lo denominamos babor y este otro lado estribor. Para evitar equívocos a la hora de transmitir las órdenes, en un barco nunca escucharéis derecha ni izquierda, sólo babor y estribor.

Con el paso de los días, y viendo que el fraile resultaba ser un alumno aventajado, el comandante decidió continuar instruyéndole cada vez más. Así, durante los días que iban sucediéndose, fue enseñándole los nombres de los palos, trinquete, mayor y de mesana, así como la denominación de las distintas velas, como la de trinquete, la mayor, la de gavia, la cangreja, los juanetes, la sobremesana y los foques, indicándole cuales servían para impulsar el barco y cuales para ayudar en las maniobras de giro. También le describió las distintas partes de la cubierta, mostrándole el alcázar, el combés y el castillo de proa, para seguir con la batería de cañones allí instalada y luego descender a la batería inferior, la cual contaba con la mayoría de cañones.


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