Читать книгу El tesoro oculto de los Austrias онлайн
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El comandante Alvear convenientemente amarrado, no sólo pensaba en la suerte que correría el San Cristóbal, sino también en el resto de navíos que completaban la flota bajo su mando. Debido a la magnitud del oleaje, había perdido el contacto visual con el resto de las embarcaciones. Sumido en sus pensamientos, elucubrando sobre el estado en que quedaría su flota, vio como de la nada y tras una inmensa ola, apareció uno de los barcos aproximándose hacia ellos. Ya estaban a punto de hacer contacto los palos de las dos naves, con lo que lo más probable es que ambas quedasen desarboladas, cuando el San Cristóbal se escoró hacia estribor, mientras que el otro milagrosamente se escoró hacia babor, aumentando la distancia entre las puntas de los palos de los dos navíos. Sin embargo, repentinamente se escucho un sonido motivado por el choque entre los cascos de las dos embarcaciones, que hizo que ambos navíos con todos sus tripulantes a bordo se estremecieran ante los crujidos de la madera de ambos barcos, los cuales parecían a punto de descuartizarse, con un ruido semejante a los quejidos de un animal herido de muerte. Seguidamente, se escucho un chirrido insoportable para el oído humano, producto del roce que sufrieron entre si nuevamente los cascos de los dos navíos.