Читать книгу El tesoro oculto de los Austrias онлайн
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Sin más dilación, escribió una carta a la atención del padre Paulino, con el encargo de localizar a los jerónimos lo antes posible, puesto que al recibo de la misma ya llevarían en Cartagena varios días. Sus instrucciones eran obtener, por cualquier medio, la mayor información posible sobre sus intenciones.
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La flota comandada por don Antonio Alvear continuaba su travesía, y en ella fray Pedro de la Serna sufría de continuos mareos, que le llegaban a provocar nauseas y vómitos interminables hasta dejarle resecas las entrañas. Era tal el malestar, que no pasaba día en el que no desease abandonar este mundo para escapar a tan insoportable sufrimiento. La debilidad se iba apoderando de él día tras día, debido a que los continuos vómitos no le permitían alimentarse convenientemente y contribuían a su vez a una deshidratación paulatina. Por ello y para no cejar en su empeño, enviaba continuas plegarias al Señor para que le proporcionara las fuerzas necesarias para superar tanto malestar corporal y así poder completar su misión.