Читать книгу El tesoro oculto de los Austrias онлайн
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– No dudes que así lo haré – se comprometió el joven historiador.
– Bueno no os entretengo – dijo Mercedes como si de repente necesitase quedarse sola -, ir a dar un paseo que tendréis muchas cosas que contaros.
Poco después de abandonar la pareja de jóvenes la casa, Mercedes cogió el teléfono y marcó los dígitos de un número que tenía perfectamente memorizado. Al otro lado de la línea sonaba un teléfono móvil entre un grupo de frailes agustinos que se encontraban en el Monasterio del El Escorial, cuando uno de los más jóvenes percibió el sonido.
– Padre prior, creo que es su teléfono el que está sonando.
El prior, un hombre alto y fuerte que a pesar de su edad aun conservaba una figura atlética y una cabellera blanca totalmente poblada, al identificar el origen de la llamada se apartó del grupo antes de responder.
– ¿Dígame?
– Padre Servando, soy Mercedes y tenemos que vernos en privado lo antes posible.
– Esta tarde estaré confesando feligreses en la basílica del monasterio, así que acércate al confesionario y hablaremos. Pero, ¿no puedes adelantarme algo por teléfono?