Читать книгу El ocaso de los dominios valencianos de los Medinaceli. El tránsito del antiguo régimen al liberalismo en los estados señoriales de Segorbe, Dénia y Aitona онлайн
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Lo que explica la importancia de la partición de frutos, la prestación señorial más valiosa en La Vall d’Uixó, no era tanto la proporción de la cosecha satisfecha, muy similar a la de otras zonas del territorio valenciano, como la superficie cultivable sobre la que se gravaba. La Vall d’Uixó, junto con los lugares cercanos de Fondeguilla y Castro, se configuró como una población morisca, por lo que la expulsión de 1609 provocó la despoblación del territorio y el posterior establecimiento por parte del duque de la práctica totalidad de las casas y tierras. En 1613 la hacienda señorial estableció enfitéuticamente más de 14.000 hanegadas de tierra; y en el cabreve de 1729 ya se contabilizaban más de 22.200, lo que supuso un crecimiento de dos tercios del terreno cultivado en poco más de un siglo.42 La ampliación de la superficie cultivada se produjo fundamentalmente en el secano, a costa de terrenos cada vez más marginales como los montes, «ya quasi todos cultivados hasta sus cumbres».43 Las nuevas roturaciones implicaron un descenso de la productividad y de las rentas por unidad de superficie, pero el secano, dominado por algarrobos, higueras, olivos y viñas, siguió marcando la mayor parte de los ingresos de la Casa ducal. Por el contrario, la huerta, que con sus 1.574 hanegadas se aproximaba con dificultades a la décima parte del territorio, presentaba una dinámica mucho más rentable, centrada sobre todo en el cultivo del trigo, pero también en las moreras, las hortalizas y en mucha menor medida las alubias, el maíz o el cáñamo (cuadro 10).