Читать книгу Cuarenta años y un día. Antes y después del 20-N онлайн

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ssss1 En este sentido, I. Sánchez-Cuenca: Atado y mal atado. El suicidio institucional del franquismo y el surgimiento de la democracia, Madrid, Alianza Editorial, 2014.

ssss1 I. Saz Campos: «Y la sociedad marcó el camino...», op. cit.

2. FRANCISCO FRANCO, CUARENTA AÑOS DESPUÉS

Alfonso Botti Università degli Studi Carlo Bo-Modena

Fue cuando el presidente del Gobierno, Carlos Arias Navarro, con voz quebrada y cara de ultratumba, apareció en la pantalla de la televisión, a las diez de la mañana del 20 de noviembre de 1975, cuando los españoles se enteraron. «Españoles... Franco ha muerto», fueron sus primeras palabras. Después de una complicada y larga agonía, el dictador, que había tenido durante treintaiséis años (sin contar los de la Guerra Civil) el derecho de vida y de muerte sobre los españoles, finalmente había fallecido.ssss1

Como confirmación de que la fractura social, política y cultural de 1936 no se había sanado, una parte de los españoles lloró, otra hizo fiesta en sus hogares. Nadie salió a la calle. La mayoría se quedó a la espera de los acontecimientos, convencida, en todo caso, de la necesidad de pasar página. La obstinación terapéutica había conseguido mantener a Franco con vida hasta el 20 de noviembre: el mismo día en el cual, en 1936, había sido fusilado el fundador de la Falange, José Antonio Primo de Rivera. Al lado del «ausente», con quien nunca se había llevado bien y del cual había aguantado muy mal la competencia en el plano simbólico, el dictador fue a continuación sepultado en el triste Valle de los Caídos, el mausoleo que alrededor de veinte años antes había encargado levantar también con el trabajo forzoso de los presos del ejército republicano.

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