Читать книгу Cuarenta años y un día. Antes y después del 20-N онлайн

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Las ayudas de Mussolini y Hitler durante la Guerra Civil facilitaron la deriva fascista del régimen durante el conflicto y en los primeros años siguientes. Y posiblemente de esta naturaleza hubiera sido el resultado final del régimen en construcción de no haberse producido la intervención de EE. UU. en la Segunda Guerra Mundial y el desembarco de las tropas estadounidenses en las costas de África en noviembre de 1942. A partir de entonces Franco empezó a poner en marcha una paulatina maniobra de desenganche del Eje y una paralela operación cosmética para acreditar a los ojos del mundo otra España diferente con relación al fascismo y al nazismo. La maniobra se concretó con el acercamiento a los aliados y el estreno de una doble diplomacia: la operación cosmética con la defenestración de Serrano Súñer. En 1945 Franco acabó su operación de lavado de cara del régimen. Declaró que se había negado a entrar en el Eje en la tremenda guerra que acababa de terminar (cuando en realidad sus reivindicaciones para hacerlo habían sido consideradas demasiado onerosas por Hitler), que había desarrollado una política humanitaria frente a las persecuciones antijudías (mientras que hasta 1942-1943 las autoridades franquistas concedieron con cuentagotas los permisos de tránsito a los judíos que querían atravesar España para embarcarse desde Portugal hacia EE. UU.) y que había enviado la División Azul a Rusia no como aliado de la Alemania nazi, sino para luchar contra el comunismo. En el propio 1945 hizo aprobar el Fuero de los Españoles, donde los derechos escritos sobre el papel quedaron en papel mojado, pero que le sirvió para intentar presentar a España como una «democracia orgánica». Despiadado en el plano interno con los presos de guerra y los opositores, así como lo había sido con los enemigos durante la Guerra Civil, no le faltó la inteligencia política para garantizar la supervivencia de su dictadura en el nuevo panorama internacional marcado por la Guerra Fría. De esta forma, a pesar del aislamiento internacional y con un país hambriento debido a la política económica autárquica, Franco consiguió superar el único momento en que el régimen del cual se había convertido en el héroe epónimo corrió el riesgo de ser derrotado. Una derrota que habían esperado inútilmente los cientos de miles de exiliados republicanos (varios millares de los cuales combatieron en la resistencia antinazi francesa), convencidos de que la liberación de Europa se habría extendido a la España franquista.

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