Читать книгу Cuarenta años y un día. Antes y después del 20-N онлайн
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Fue justamente la Guerra Civil la que puso en primer plano al más joven de los generales involucrados en la conspiración, de la cual Franco no había sido ni el ideador, ni el principal propulsor. Su ascensión había sido rápida, pero no fulgurante. Del héroe guerrero que la propaganda construyó después, su biografía no presentaba por entonces ni huella. Sin embargo, cuando se trató de combatir, la Legión a su mando se convirtió en decisiva gracias al puente aéreo, facilitado por los aviones enviados por Mussolini y Hitler, que la trasladó a Andalucía. Mientras tanto el jefe de la rebelión, el general Sanjurjo, había fallecido en un accidente de avión, el líder de la derecha radical parlamentaria, Calvo Sotelo, había sido asesinado el 13 de julio y Primo de Rivera estaba preso en la cárcel de Alicante. Fue por estas razones por las que a finales de septiembre de 1936 los generales rebeldes nombraron a Franco jefe de los ejércitos, del Gobierno y del Nuevo Estado en construcción. Unos meses después, en abril de 1937, se ubicó también en la cumbre del partido único, la FET y las JONS, después de la unificación, de la cual su fascistísimo cuñado, Ramón Serrano Súñer, había sido el promotor y arquitecto.