Читать книгу Cuarenta años y un día. Antes y después del 20-N онлайн

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La muerte de Franco no produjo una inmediata ruptura del ordenamiento franquista, que le sobrevivió durante más de un año, aunque ahora bajo la jefatura de Estado del rey Juan Carlos de Borbón, que el dictador había elegido como su sucesor. Solo empezó a plantearse realmente un cambio a fondo del régimen cuando, en el verano de 1976, el rey, consciente que de otra forma la monarquía no tendría porvenir, deslegitimó a Arias Navarro y encargó a Adolfo Suárez formar un nuevo gobierno, al que a continuación sostuvo en el complicado camino hacia la democracia. Un camino que llevó a la recuperación de la soberanía por parte de la ciudadanía mediante las elecciones de junio de 1977.

En la Europa occidental de la segunda posguerra ningún régimen se había empeñado con igual centralismo aplastador sobre las diferencias culturales y lingüísticas, imponiendo aquella nacionalización coactiva (y por ende totalitaria) que habría dejado heridas muy hondas de las cuales todavía se encuentran las consecuencias en Cataluña y en el País Vasco. Ninguna dictadura, al margen de la portuguesa de Salazar y Caetano, había sido tan larga y superado sin daños, es decir, sin trastornos políticos profundos en el interior del país, la ruptura de 1945.

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