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En contraste con la carrera del periodista, la suerte de su amigo David Séchard está atada a la imprenta heredada que intentaba salvar con una fórmula de papel que permitiera abaratar los costos. La prensa nace como una plataforma de pensamiento y debate público para la incipiente democracia, y su financiamiento siempre fue la clave de su subsistencia e independencia. El periodismo nace en paralelo como una de las profesiones de la prensa. La oposición entre prensa y periodismo se plantea en la novela en estos términos: “El comercio es rico, la nobleza en general pobre. La una se venga del otro mediante un desprecio igual por ambas partes”. Desde entonces, el periodismo despreciará la venalidad empresarial y los empresarios criticarán ese desprecio del periodismo por aquello que tenga que ver con su sustento económico.

Durante el siglo XIX, el periodismo se afirmó como oficio destinado a preparar contenidos para difusión masiva dentro de una prensa dominada por identidades ideológicas y, crecientemente, por objetivos mercantiles. Se suponía que el periodista no se encargaba de las cuestiones técnicas, propias de artesanos, ni de las financieras, que nacieron atadas a la propaganda y luego intentaron superarse con la publicidad, dividiendo el financiamiento en pequeños anuncios que pagaban diversas personas en lugar de un patrocinador único que usaba el medio como plataforma política. Entonces ya era más barato comprar al periodista que un espacio en el periódico, como cuenta Balzac:

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