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—No, Eric. La Ciudad Gris será evacuada en los próximos días, tal y como fue acordado en el concilio. Nuestro pueblo debe ser protegido. Por eso es por lo que nadie puede saber de mi vínculo con esta misión, por lo menos por ahora –replicó Owen al momento que volvía a esconder su rostro dentro de la capucha.

—Entonces –dijo Vricio en voz baja e inclinándose hacia delante–, ¿usted nos guiará?

—Exactamente –repuso el rey con entusiasmo–, a eso he venido. Siempre y cuando ustedes crean conveniente delegarme la tarea.

—Para nosotros sería un honor –exclamó Eric alzando su copa.

—Le estamos profundamente agradecidos, su majestad –agregó Tarla.

Owen agradeció las palabras con una ágil reverencia. Luego se adelantó y, con una voz más seria, dijo:

—Por el momento, quiero que recluten a todos los guerreros que puedan, hombres y mujeres comprometidos y corajudos si es posible, yo haré lo propio. Díganles que vengan armados y con provisiones para una semana. Nos encontraremos dentro de dos días en la colina de Ecrod, a las afueras de la ciudad. Ahí les comunicaré el plan que habremos de seguir. Y recuerden, no comenten a nadie de mi participación, eso solo nos traería más problemas de los que ya tenemos.


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