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—¿A qué se debe este cambio tan repentino de parecer, su majestad? –preguntó Leto.
—Nunca cambié de opinión, desde el momento en que Baris nos informó a todos del regreso de Maki supe que yo lucharía, igual que los héroes de antaño.
—¿De dónde nace su deseo tan profundo de combatir? –quiso saber Tarla–. Usted no cuenta con una formación como guerrero.
—La lógica y la sapiencia dan sus frutos –replicó Owen–, pero hay veces en que es mejor escuchar las intenciones del corazón. Por eso es por lo que he decidido luchar yo también.
El rey de Eirian se puso de pie y se dirigió hacia la puerta del recinto. A medio camino se detuvo, se quitó la capucha, se volvió hacia los guerreros y, con una gran sonrisa en el rostro, volvió a hablar.
—Ante la adversidad, todo individuo se encuentra frente a la oportunidad de convertirse en un héroe o en un cobarde. Deberemos elegir bien. Esta es nuestra oportunidad de que nuestros nombres queden grabados a fuego en las memorias de los árboles, y tras haberse pronunciado, el rey desapareció cual flecha en la oscuridad.