Читать книгу Las plegarias de los árboles онлайн

74 страница из 88

Leto permaneció inmóvil y silencioso tras las palabras de Vricio. Pero el fulgor de sus miradas hacía pensar que un nuevo duelo estaba por comenzar.

—Caballeros –se escuchó una oportuna voz provenir de una mesa cercana–, discutir entre ustedes no aportará nada a su causa.

Todos se voltearon a ver a quien había hablado. Era un hombre delgado que bebía vino. Tenía el rostro oculto dentro de una capucha de tela parda. Había estado sentado junto a ellos largo rato, aunque hasta entonces no había alzado la voz.

—Tu consejo es sabio, forastero –le contestó Vricio con el ceño fruncido–, pero nuestros asuntos no son de tu incumbencia.

—He oído las terribles noticias –continuó diciendo el misterioso individuo– y me encantaría poder unirme a ustedes.

—En ese caso trae tu botella a nuestra mesa –replicó el berserker en el momento en que volvía a tomar asiento–, cualquiera que pueda blandir una espada es bienvenido a nuestra causa.

El forastero se puso de pie, era alto y longilíneo. Se acercó a los guerreros y se posicionó en una esquina de la mesa. Aún entonces su rostro no pudo ser vislumbrado.


Правообладателям