Читать книгу Elaboración y evaluación de los trabajos fin de título universitarios: análisis, retos e innovaciones онлайн
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No obstante, en una sociedad tan competitiva como la actual y por el simple hecho de que el concepto surgiera ligado en momentos de crisis económica y/o social, la calidad educativa ha ido vinculándose a la eficiencia y eficacia, convirtiéndolo en una especie de meta-valor en el ámbito de los objetivos educativos (Quintana-Torres, 2018) por parte de Organismos internacionales y supranacionales, Administraciones e instituciones, asociándose esa eficiencia al logro de los mejores resultados posibles (Rizvi y Lingard, 2013). En este sentido, son las propias Administraciones e instituciones educativas las que, de manera cada vez más vehemente, consideran que los niveles de calidad educativa y los resultados obtenidos por los alumnos dependen en gran medida del desempeño docente (Martínez et al., 2016) y la gestión académica (Quintana-Torres, 2018). Este hecho condiciona en gran medida la libertad de enseñanza en cuanto a que toda la planificación docente se orienta a que los alumnos obtengan los resultados esperados conforme a unos determinados de aprendizaje, dejando algo arrinconados los procesos que llevan a la consecución de esos resultados. Además, en muchos casos, de esos resultados dependen el prestigio docente e institucional, sin percatarse del conjunto que rodea el complejo contexto y las políticas sociales y educativas del país determinado. Es decir, tanto en el modelo institucional como en el modelo pedagógico del docente, en las últimas décadas se apuesta por una concepción educativa en la que se prioriza por los productos acabados, estructuras simplificadas y una distribución bastante regulada de la información (Orozco et al., 2009), lo cual, implicará que a la acción educativa se dará el valor de acuerdo a los resultados o logros obtenidos por el alumnado a la finalización de los procesos de enseñanza y aprendizaje (Martínez et al., 2016).