Читать книгу Violencia de género: retos pendientes y nuevos desafíos онлайн

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En el mundo antiguo, y en lo que a la reproducción y gestación se refiere, era común utilizar las metáforas, así a modo de paralelismo con el mundo de la agricultura, se representaba a la hembra como símbolo de fertilidad, cual tierra apta para el cultivo, pero que únicamente se limita a ser trabajada y de la que se espera guarde el elemento activo, la “semilla”, en este caso aportada por el hombre; así, quien planta es quien cosecha, y de ahí la pertenencia del hijo al hombre, que decide, por su bien, cómo proceder en cada momentossss1.

De este modo, y tras esta breve pero necesaria introducción, no parece tampoco de extrañar que fuese quien ostentaba un verdadero interés con relevancia jurídica, quien decidiera sobre las cuestiones relativas al sujeto que en dicho momento se estaría gestando, aún cuando entre medias se encontrase en el “medio necesario”, o lo que es lo mismo, en la mujer gestante. Así, pueden darse situaciones tan polarmente opuestas como que, aún deseándolo, una mujer debiera interrumpir su embarazo por la voluntad del paterfamilias; o que, aún siendo culpable de delito y condenada a muerte, se prohibiera acabar con su vida y enterrarla hasta no haber nacido o ser extraído el feto. Al fin y al cabo, recordemos, el venter era contemplado como un medio de cara a un fin último, que a veces debía intervenirse, pero otras, sin embargo, había que proteger.

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