Читать книгу Violencia de género: retos pendientes y nuevos desafíos онлайн
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Este control de la natalidad, por supuesto, incluía otro tipo de medidas de carácter legislativo, siendo la más reseñable la relativa a la prohibición de la interrupción voluntaria del embarazo. El aborto inducido había sido ilegal hasta 1937, en plena Guerra Civil, durante la cual el gobierno republicano, de la mano de la ministra de Sanidad Federica Montsen, lo habría despenalizado y regulado durante un brevísimo periodo de tiempossss1. Ese mismo año, en la Maternidad de Les Corts, se había llegado a crear la denominada como la primera “Escuela de Maternidad Consciente”. En la introducción del propio Decreto regulador se recogían las siguientes palabras: “hay que acabar con el oprobio de los abortos clandestinos, fuente de mortandad maternal, para que la interrupción del embarazo pase a ser un instrumento al servicio de los intereses de la raza y efectuado por aquellos que tengan solvencia científica y autorización legal para hacerlo”. Así, se intentaba acabar con las consecuencias físicas y psicológicas que los mismos tenían en las mujeres que se veían obligadas a realizarlos bajo condiciones violentas e insalubres. Por tanto, cuando una mujer solicitaba dicho servicio en el área hospitalaria correspondiente, se le realizaba un estudio psicológico, eugenésico y social, además de realizársele un reconocimiento físico, por lo que se garantizaría su bienestar y seguridad en todos los sentidos. Sólo así podía llevarse a cabo la intervención con garantías, por lo que se perseguía criminalmente a quienes se aprovechasen de modo privado o clandestino de la vulnerabilidad de las mismasssss1.