Читать книгу El gobierno de la función legal en las organizaciones. Operaciones legales, Innovación y Digitalización онлайн

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El Director de la Asesoría Jurídica debe asegurarse de que se establece con nitidez a quién corresponde aprobar las decisiones de negocio, en otras palabras, donde reside la decisión final y construir desde ahí el papel del abogado interno y los límites a los que sus miembros deben atenerse. Salvo para decisiones que sean ilegales o contrarias a los valores éticos que conforman la cultura corporativa, mi recomendación es dejar claro a todos los miembros de la Asesoría Jurídica que no deben adoptar por sí mismos las decisiones de negocio. Estas corresponden, en último término, al negocio.

Dos ideas subyacen a este concepto: (1) En primer lugar, el temor a que el abogado interno pueda perder su objetividad e independencia e incluso limitar indebidamente al negocio. No olvidemos que el abogado interno cumple una función de guardián o “controller” de los riesgos jurídicos y reputacionales de la empresa, lo que inevitablemente puede contribuir a un sesgo más conservador comparado con el apetito de riesgo del negocio. (2) En segundo lugar, la convicción de que los clientes de negocio, que normalmente gestionan riesgos de muy diversa índole y complejidad, están capacitados para adoptar decisiones que pueden acarrear consecuencias legales o de otra índole (por ejemplo, reputacionales), siempre y cuando cuenten con la debida información. Es en este segundo punto, en mi opinión, donde se vislumbra con claridad cuál debe ser el papel del abogado de negocio en la toma de decisiones. Este deberá asegurarse de que su cliente ha sido informado adecuadamente y comprende correctamente los riesgos inherentes a la decisión, el impacto de negocio más y las posibles alternativas disponibles para minimizar los riesgos. Todo ello deberá concretarse en recomendaciones prácticas y viables, contrastadas con los equipos a los que corresponda su ejecución.

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