Читать книгу Espiados. Un agente: Marcelo D'Alessio. Un juez: Alejo Ramos Padilla. El poder argentino, en jaque онлайн

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Secreto de sumario

El mes de febrero había convulsionado el Juzgado Federal de Dolores. El paquete de oficios y medidas arrojaron pruebas fácticas de la extorsión en curso de Marcelo Sebastián D’Alessio contra Pedro Etchebest Rodríguez. Los diálogos que el espía mantenía, los modismos, el vocabulario y la jerga que utilizaba indicaban que era conocedor de distintos círculos del que forman parte selectos sectores de la sociedad. Las imágenes de los hoteles y confiterías que situaban al espía los días y horarios que Etchebest había denunciado mostraban a un hombre que vestía trajes de tela refinada y que frecuentaba coquetos lugares en barrios exclusivos de Capital Federal. Su andar denostaba que no era una persona que viviera el día a día y mucho menos que tuviera las preocupaciones de cualquier trabajador porteño. El parecer era tan importante como el ser. Pero… las apariencias engañan.

La fiscal subrogante Natalia Corbetta trabajó en la investigación hasta el 31 de enero. El 1° de febrero se reincorporó y tomó su lugar Juan Pablo Curi, quien rápidamente se puso en actas de la causa en curso. El martes 5 de febrero el reintegrado fiscal pidió medidas cautelares de tipo patrimonial, órdenes de allanamiento, y requisa personal y vehicular a Marcelo Sebastián D’Alessio. Ante la gravedad de los hechos y la posibilidad de que pudiera filtrarse información que resultaría perjudicial para la investigación, pidió el secreto de sumario. El funcionario Curi indicó que “se habían reunido varios elementos probatorios que sustentaban la versión de los hechos proporcionada por Pedro Etchebest, respecto de que habría sido víctima de hechos extorsivos”3.

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