Читать книгу Espiados. Un agente: Marcelo D'Alessio. Un juez: Alejo Ramos Padilla. El poder argentino, en jaque онлайн

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Marcelo D’Alessio (MD): ¿Usted puede ver algo de terrorismo, Villena? ¿Usted puede ver algo vinculado al terrorismo... de donde yo trabajo? Y ustedes me ven en televisión de lo que yo trabajo de eso. ¿Usted puede verlo? ¿Usted tiene la cadena de custodia para vincular eso? Porque es mi vida. ¿Me entiende lo que le quiero decir, doctor?

Alejo Ramos Padilla (ARP): Sí, le entiendo perfectamente.

MD: ¿Usted trabaja con el Hezbollah, doctor? No, ¿no?

ARP: Está bien, yo no voy a debatir con usted. Así que si usted quiere decir algo...

MD: Yo quiero hablar con la Ministro, nada más. Si usted me lo niega, yo quiero hablar o con Arribas o con la Ministro o con el señor Presidente para que me diga a ver usted qué puede hacer.

ARP: En este momento usted no puede hablar con nadie.

MD: Espero que usted sepa lo que está haciendo5.

La requisa se realizó en toda la casa y duró más de diez horas. La comitiva barrió los 600 metros cuadrados de la mansión edificada en un terreno casi tres veces más grande. En la planta baja, la sala de estar, primer espacio que se veía al ingresar, estaba vestida con un elegante piano alemán de pie y paredes recubiertas de piedras, apelando a un estilo rústico y moderno a la vez. Los cuadros, algunos originales y otros excelentes imitaciones, las esculturas y una soberbia iluminación armonizaban el ambiente. En el centro, un juego de tres sillones color crudo rodeaban una mesa ratona de madera maciza con bases de hierro negro. Ese espacio hizo las veces de delegación del Juzgado. Los policías montaron una pequeña oficina en la que colocaron computadoras e impresoras que utilizaron para caratular cada objeto secuestrado y realizaron oficios del allanamiento.

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