Читать книгу Espiados. Un agente: Marcelo D'Alessio. Un juez: Alejo Ramos Padilla. El poder argentino, en jaque онлайн

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El día del allanamiento

El sábado 19 de enero, Pedro Etchebest Rodríguez le escribió a Marcelo D’Alessio y le dijo que había conseguido U$200.000. Solo necesitaba unos días para tenerlos en mano y poder abonar la deuda contraída. D’Alessio, no conforme con la explicación a medias, le recordó el poder de daño que tenía: “Vos manejas a tu mujer, que ella no te maneje a vos… me estás subestimando, por favor, me dijiste que no te hablabas con tus hijos, tengo 50 mil llamadas de ida y vuelta con tus hijos, a ver. Pedro, dejémoslo acá, dale”4. Si bien los entredichos continuaron, Etchebest le aseguró que para los primeros días del segundo mes del año quedaría en cero con D’Alessio.

Durante esos mismos días de febrero en el Juzgado de Dolores esperaban el momento exacto para atrapar al espía in fraganti. Los primeros indicios arrojaron que el 6 de febrero D’Alessio almorzaría con Etchebest en el restaurante Viento en Popa, a menos de un kilómetro del puerto de Mar del Plata. El chacarero viajaría a la ciudad a retirar el dinero, y luego degustarían unos típicos mariscos y arreglarían “la parte fenicia”, según definió D’Alessio. Por la propia dinámica de la investigación, y la maniobra extorsiva en curso, el día y lugar de la reunión variaron de la fecha original. Etchebest le explicó que el prestamista, Diego Giménez, había viajado a Buenos Aires y que le entregaría el dinero en Capital Federal.

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