Читать книгу Espiados. Un agente: Marcelo D'Alessio. Un juez: Alejo Ramos Padilla. El poder argentino, en jaque онлайн

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A lo largo de todo el proceso, la familia de D’Alessio se quedó en la casa de un vecino, “el Turco” Karan8, quien recién logró comunicarse con uno de los abogados del espía, Rodrigo González, a la madrugada. Alrededor de las diez de la noche, las caras de la comitiva no eran de cansancio sino de hambre. El juez encargó varias docenas de empanadas y cenaron entre pesquisa y pesquisa. A medida que el allanamiento avanzaba el personal del Juzgado de Dolores se llevaba sorpresa tras sorpresa con la cantidad de material y pruebas en la mansión. Comprendieron que la causa, que recién comenzaba, poseería características únicas y extraordinarias.

El allanamiento se extendió hasta las 6 de la mañana. Un minuto antes de partir, Marcelo D’Alessio se acercó a Alejo Ramos Padilla y le dijo: “Se llevaron solo los recuerdos”.

* * *

El 7 de febrero el Juzgado funcionó con muy poco personal. Quienes habían asistido al allanamiento en el country descansaron, decisión exclusiva de Ramos Padilla. El personal creía haber encontrado cierta calma luego de días de escucha que culminaron con un turbulento operativo. La tormenta parecía disiparse, pero nada más alejado de la realidad.

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