Читать книгу Espiados. Un agente: Marcelo D'Alessio. Un juez: Alejo Ramos Padilla. El poder argentino, en jaque онлайн

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Lilita sabía el escándalo que se desataría y que en primera medida sería desconocido para el periodismo –como todo evento, en realidad– por lo que, hasta que se investigaran los hechos y se supiera qué había pasado realmente, Carrió ganaría algunos días para posicionar el tema desde un ángulo específico. Contaba con un cuarto poder que tuviera cierto astigmatismo.

Al enterarse del tuit de la diputada nacional, Ramos Padilla corroboró que todo lo secuestrado adquiría un valor incalculable y muy poderoso. Tenía en sus manos las llaves que abrirían puertas de las que incluso se desconocía que existían; tanto era así que algunas de ellas lo llevarían a los mismísimos sótanos de la democracia.

Pensó algunos minutos qué hacer y cómo reaccionar al ataque. Respondió como lo hubiera hecho con cualquier otra causa: trabajando y, en este caso, con el secreto de sumario a su favor.

A la una y tres minutos de la madrugada del 8 de febrero, Horacio Verbitsky, director del portal El Cohete a la Luna, publicó el primer contraataque a Carrió con una nota titulada en una sola palabra color rojo intermitente: “Extorsión”. La bajada daba un significado al título: “Un director regional de la DEA y sobrino del escribano de Macri pidió 500.000 dólares a un empresario para no detenerlo y dijo que era una práctica habitual del fiscal Stornelli, con quien colabora. En exclusiva, la filmación del primer pago, las fotos con Stornelli, las filmaciones en la fiscalía, los audios y mensajes grabados. Dos custodios de Stornelli debían acompañar al operador para el cobro en una financiera, pero un allanamiento previo a su domicilio los puso sobre alerta y no acudieron a la cita. Una incursión en el tenebroso submundo de la mafia. El dinero que le sacaron a Paolo Rocca y Eurnekian”10.

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