Читать книгу As de corazones rotos онлайн
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El aparente dominio paseaba su temor alrededor de la astuta cobardía. ¡Juventud!, espacio inédito donde todo debe comenzar y, a pesar de ello, se cerraba el telón ante una audiencia que simula aplaudir en frenesí inexistente, de mascarada elegante, concebida y repasada; vestida como solemne auditorio de luces fulgurantes y pisos de charol, donde todos se levantan del sillón, aprobando con su aplauso lo que era lastimero, pues no hay público en el mundo que no se deleite con ojos húmedos, cuando observa de cerca y expectante al más grande actor que es el dolor.
Absorta y siendo parte de la dura realidad, caí sin remedio en la trama del profundo sortilegio de recuerdos, de fugaces instantes que quedaron estáticos, a la par que un llamado leve me apartó suavemente de ese ayer y aquel instante, deshojando en el sonido de voces cantarinas la palabra «mamá». Me estremezco y suspiro. Eran tan pequeños e indefensos como mi propio yo en tempestad, pues celosa guardaba la sensación de ser niña y refugiarme en los juguetes; crear en fantasía uno y mil cuentos de varitas mágicas y hadas buenas, sin tener que convocar a la débil voluntad; solo dejarme llevar de la mano camino dentro de la febril fábula y sonreír; jugar a que perdía sin ganar, o que gané al perder sin darme cuenta, debiendo asestar un duro golpe a la tristeza; inventar algo que les devolviera el valor; mostrarme convincente ante sus miradas limpias y expectantes; detener con hábil rumbo de manos maternales su inquietud latente y la pregunta que temí verla llegar: ¿dónde está papá?