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“Ojo por ojo”, respondía ceremonioso Servando cuando le preguntaban la razón de haberle cortado al perro una pata.

“¿Qué te parece el mozo?”.- Venancia permanecía inmóvil mirando desde muy adentro a Leandro.

—“¿Está vivo?”_ dijo Venancia con poco entusiasmo y arrastrando las palabras, como si algo tirara de su lengua hacia dentro.

—”¡ Hay que joderse con la señoritanga , tó le parece poco! .Anda tira pa la cuadra y prepárale la suit”- dijo malhumorado y amenazante Servando.

Su esposa obedeció con la expresión disecada; hacía tiempo que había dejado de estar viva.

—”¡ Y tú, tira detrás de ella”!- Le ordenó a Leandro, desatándole del burro. Al desmontar, el muchacho apenas se tenía en pie y la claridad del mundo le cegaba. Siguió a su tía tambaleándose, encorvado y sujetándose el pecho con las dos manos. El sol se acostaba en la ancha espalda de Venáncia, y allí también dejó Leandro que su sombra descansara.

LEANDRO

“Mi madre deseaba que naciera envuelto en un sudario. Yo, chapoteando en el útero, en un fluido viscoso de levadura de cerveza ipa, la oía runrunear: “No se mueve, puede que esté muerto”.

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