Читать книгу Sin miedos ni cadenas. Lecturas devocionales para damas онлайн

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El fracaso es una parte crucial e ineludible del proceso. Dios no está mirando desde arriba, esperando que todo nos salga perfectamente, pretendiendo que el boletín de calificaciones esté tachonado de sobresalientes. Dios está abajo, con nosotras, ayudándonos a sacudirnos el polvo, recordándonos que su amor y nuestra identidad no cambian cuando las cosas nos salen mal.

A veces Dios usa el fracaso como una luz infrarroja, para revelar lo que no podríamos ver de otra manera. El fracaso nos muestra, con dolorosa claridad, cuánto nos importa aún el “qué dirán”, y cuánto nos aferramos a nuestros propios sueños. Por esto es que, justamente en el fracaso, Dios profundiza nuestra dependencia de él. Viéndolo de este modo, el fracaso puede ser un éxito rotundo. En palabras de Bob Goff: “Solía tener miedo a fracasar en las cosas que realmente me importaban, pero ahora tengo más miedo a ser exitoso en las cosas que no importan”.

Señor, quiero que mi carácter te refleje más. Estoy dispuesta a fracasar, si eso me acerca más a ti. Quiero preocuparme más por los éxitos eternos que por la gloria fugaz de este mundo.

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