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En el Salmo 89:19 al 29, David se describe a sí mismo como el hijo “primogénito” de Dios por medio de quien su “pacto se mantendrá firme,” a la vez que predice de nuevo la venida del Mesías:

“Entonces hablaste en visión a tu Santo,

y dijiste:

‘He puesto el socorro sobre uno que es poderoso;

he exaltado a un escogido de mi pueblo.

‘Hallé a mi siervo David,

y lo ungí con mi santa unción.

Mi mano estará siempre con él;

mi brazo también lo fortalecerá.

‘El enemigo no lo vencerá,

ni el hijo perverso lo quebrantará;

sino que quebrantaré delante de él a sus enemigos,

y heriré a los que le aborrecen.

‘Mi fidelidad y mi misericordia estarán con él,

y en mi nombre será exaltado su poder.

‘Asimismo pondré su mano sobre el mar,

y sobre los ríos su diestra.

‘Él clamará a mí, diciendo: “Tú eres mi Padre,

mi Dios y la roca de mi salvación”.

‘Y yo le pondré por primogénito,

el más excelso de los reyes de la tierra.

‘Para siempre le aseguraré mi misericordia,

y mi pacto será firme con él.

‘Estableceré su descendencia para siempre,

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