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Edad Mediaséptimo díaun día de cada siete

ceremonialséptimo díamoral

ceremonialmoral

Luteranismo

Estas declaraciones quizá den la impresión de que Lutero rechazó el origen creacionista del sábado, reduciéndolo a una simple institución judaica. Pero tal conclusión no es correcta, pues Lutero afirma, en el propio Gran Catecismo, que “el día (sábado) no necesita ser santificado en sí mismo, puesto que ya ha sido creado santo. Desde el principio de la Creación fue santificado por su Creador”.110 Del mismo modo, en su comentario sobre Génesis 2:3, Lutero dice: “Dado que las Escrituras mencionan el sábado mucho antes de que Adán cayese en pecado, ¿no habrá que deducir que ya se le había indicado que debía trabajar seis días y descansar el séptimo? Así es, sin duda alguna”.111 Melanchthon, el colaborador y sucesor de Lutero, expresó el mismo punto de vista. En la edición de 1555 de sus Loci Communes, Melanchthon afirma claramente que, “desde los tiempos de Adán, los primeros padres guardaron (el sábado) como un día en el que dejaban a un lado el trabajo de sus manos y se reunían con otros para la predicación, la oración de agradecimiento y los sacrificios, tal como Dios había ordenado”.112 Melanchthon hace una distinción entre la función del sábado antes y después de la Caída. Antes de la Caída, el sábado tenía por objeto permitir que Dios encontrara “reposo, morada, gozo y delicia” en sus criaturas. “Después de la Caída –escribe Melanchthon–, el sábado fue restablecido por Dios cuando prometió que su paz volvería a reinar cuando el Hijo diera su vida y descansase en la muerte hasta la resurrección. Por eso ahora, en nuestro sábado, nosotros también debemos morir y resucitar con el Hijo de Dios para que Dios pueda volver a encontrar morada, paz y gozo en nosotros”.113

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