Читать книгу Un rayito de luz para cada día онлайн
108 страница из 144
Era la hora de salida y alguien, sin haberlo visto, cerró la puerta, y lo dejó atrapado dentro del congelador. Golpeó la puerta con toda la fuerza que tenía, intentó abrir por dentro, empezó a gritar, pero nadie lo escuchaba. Todos los trabajadores se habían retirado a sus casas, y era imposible que alguien lo escuchara gritar o golpear. Intentó abrigarse, pero debido a las horas que llevaba dentro del refrigerador, empezó a sentir que el corazón se le paralizaba. Se acurrucó en una esquina y, ya al borde de la muerte y sin ninguna esperanza de vida, a lo lejos escuchó abrirse la puerta. No tenía fuerzas ni para levantar la cabeza, pero con el último aliento, sintió que alguien lo abrigaba y sacaba rápidamente.
¿Quién lo encontró? ¿Cómo hizo para encontrarlo? ¿Coincidencia? ¡Claro que no! Al preguntarle al guardia de seguridad, él respondió:
–Trabajo en esta empresa desde hace muchos años y muchos trabajadores entran y salen todos los días, pero este hombre es el único que me saluda cada mañana y se despide de mí cada tarde. Hoy él me dijo: ‘¡Buenos días!’ a la entrada, pero nunca escuché: ‘¡Hasta mañana!’ Al no haberse despedido de mí, pensé que debía estar en problemas, por lo que me apuré a buscarlo.